miércoles, 20 de enero de 2010

Vamos por partes...

...como manera de estirar el resultado final. Posiblemente me repita en algunos conceptos, pero no es para echarle las culpas a nuestro amigo "el Alemán" ni tampoco para hacer una exhaustiva investigación sobre lo ya mencionado.

En esto de reflejar historias personales voy a marcar el inicio para ver si alguien más se anima. Sería interesante y loable, pero si así no ocurriera tampoco pierdan las esperanzas porque trataré de cumplir mi promesa de ir a buscarlos.

Nací a fines de 1952 en Quilmes, a solo media cuadra del límite con Bernal Oeste, donde vivían mis padres.El viejo Gatti, Delfor Gatti en su libreta de enrolamiento, era empleado estatal en el I.A.P.I. (Instituto Argentino de Promoción e Intercambio), un ente encargado del Comercio exterior su relación con la producción interna y fijación de precios. Nunca me informé muy bien sobre el tema, pero ocurrió que la repartición fue desactivada y todos los empleados reubicados en empresas estatales. Fue la oportunidad que aprovechó don Gatti para solicitar el traslado al todavía en construcción Elevador Oficial Nº 40 de la Junta Nacional de Granos en Los Toldos. Este hecho nos ponía en condiciones de reunirnos con la familia de mi madre, ama de casa ella, Noemí Simona Ruiz (de Gatti eh?), más conocida cmo Pirucha, más tarde Piru y con la llegada de los nietos convertida definitivamente en Pío.

Fue así que el jefe de familia se instaló en el pueblo como avanzada familiar y un año más tarde, el 5 de diciembre de 1958, en el "Diesel", arribaba el resto del grupo, torta de mi 6º cumpleaños incluida por coincidir con la fecha del viaje.

Así empezó mi historia de toldense "por opción". Vivimos al principio en Juan Bautista Alberdi 114, esquina, casa de propiedad del "Gringo" Lo Gioco. Ambas calles de tierra y un amarillo farol en la bocacalle, donde solíamos terminar en las noches de verano algun "picado" iniciado con luz natural. Hoyo pelota, aro y alambre, bolitas, figuritas, carreras de autitos rellenos con masilla, guerra de soldaditos de plástico que teníamos que derribar con tapas de gaseosa (las corona de chapa), historias de cowboys en los baldíos, era la forma de pasar el tiempo y en el verano, la concurrencia casi obligada a la pileta del Club Social (En mi primer dia de pileta me tuvieron que sacar porque me tiré al agua en cualquier lado, no hacía pie y no sabía nadar)

¿Nombres? Horacio Garate, Nelson Pesaresi, los hermanos Guastelli (creo que los grandes eran Jorge y Héctor y al más chiquito le decían Titi) Jorge Marsigliani, Hugo Oliverio, Oscar "Gorila" Pueyo, Mario Cuitiño, y se nos sumaba siempre, desde el Barrio Obrero, Raúl Ibáñez. Seguro que me olvido de alguien, pero hasta recuerdo el pelo rubio del chiquitín que pretendía jugar con nosotros "los grandes", hoy prestigioso odontólogo en esta misma Bahía Blanca que me cobija, José Luis Benzi.

En esa misma esquina, y con esa misma gente mas todas las familias, éramos protagonistas cada año del ritual de las fogatas de San Juan y San Pedro, recuerdo imborrable de aquella época. Y más imborrable aún para algunos en particular... (todavía debes conservar la cicatriz en la pierna ¿verdad Mario?)

He tratado de recrear los momentos en mis viajes al pueblo, aunque la esquina tiene asfalto en ambas calles y la casa misma fue modernizada con lo que perdió su aspecto original. Pero no importa, las imágenes que quedaron grabadas en mí, las puedo rescatar cada vez que quiero, solo con cerrar los ojos un instante y dejarme llevar hacia ese feliz pasado...

Así, como un  copo perdido, me viene a la memoria la sanísima costumbre del intercambio de revistas. ¿Recuerdan?, Hacíamos una pila de los que teníamos y salíamos a recorrer amigos para el trueque. Superman, Red Ryder, El Llanero Solitario, entre las revistas "SEA" y las "EN" (Editorial Novaro México), más toda la parafernalia de Intervalo, El Tony, D´artagnan, Hora Cero, Casco de Acero, Lúpin, Afanancio, Patoruzú (¿Quien no se acuerda del libro de oro de Patoruzú, el anuario de la editorial Dante Quinterno???), el diario El Mundo, con su lema "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" de Gracián, que yo siempre lo atribuí (quizás equivocadamente), a su modesto tamaño.

La dejo picando... hora de sumar anécdotas...

Un abrazo gigante para todos.

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