...como ya lo hiciera en otra oportunidad con Emilio, cuando un comentario a una entrada supera el nivel de una simple opinión, merece salir a la luz como publicación.
Así fue que, con gratísima sorpresa, encontré un comentario al post "Sumando granos de arena...", hecho precisamente por una de las personas que mencionaba en mis recuerdos. Esto es, entonces, lo que escribía Liliana De La Torre, y reúne absolutamente las condiciones para formar una entrada per se:
"Con alegría, durante parte de este año, comencé a tener noticias a través de mi querida compañera (también ex alumna) Olga Gatti, de que su hermano había inaugurado un blog con la intención de promover la comunicación entre quienes formamos parte de su trayectoria escolar -especialmente secundaria.
Y hace unos días supe que dentro de ese blog, "el negro Gatti", me recordaba significativamente, entre sus profesores de 4º año.
Como no he podido todavía establecer una buena relación con las TICs, le pedí a Marta que me lo leyera, ya, por teléfono. ¡Qué emoción sentí, por Dios, al escuchar lo que Julio expresaba! y esa emoción se profundizó porque caí en la cuenta de que hacía 40 años que esta misma lista que hoy tengo en mis manos la tuve en un registro y en una libreta de calificaciones; 40 años que quienes conforman esa lista fueron mis alumnos.
El año ´69 fue en mi vida más que especial: en marzo recibí el título de profesora, a los pocos meses me casé, y en noviembre nació mi primera hija, que hace unos días apenas también cumplió 40 años.
Tal vez no lo recuerden: cuando me casé, ustedes me regalaron un juego de café de porcelana azul y blanca que aún conservo (aunque no intacto) y atesoro junto a otras cosas por el valor afectivo que tienen.
Hay otra cuestión que conecta la historia de esta promoción con mi historia profesional: este año será el último de mi vida en la escuela porque, si todo sigue su curso normal, en marzo me retiraría definitivamente.
Voy a los recuerdos de las clases compartidas: la actitud curiosa e inquieta de Chela Puppo, los aportes graciosos de Edgardo Basile, la pasividad e indiferencia de Miguel Rodoni frente a los reclamos académicos, el cruce de miradas enamoradas entre Carlos y Graciela, la seriedad y excelencia de Mario Cuitiño, la sencillez y las mejillas enrojecidas de María Ester Vinuesa.
A algunos no los he visto más o por lo menos hace demasiado tiempo que no veo: a Julio Gatti, a Norma Patti, a Fermín Sangre, a Daniel Musso.
De otros he estado cerca dentro del mismo lugar de trabajo: Nora Pueyo y Graciela Larrinaga. Y de quién sí estoy muy cerca es de aquella adolescente del 68 que aún conserva la dulce expresión de sus ojos y la humildad de aquellos años: Marta Cotroneo. Quién hubiera imaginado que la vida nos fuera a sorprender compartiendo vivencias tan especiales como las de tener dos nietas en común.
Merece Julio que mis referencias se focalicen más en el 68, ya que él no estuvo en 5º año, porque ha sido el iniciador de esta cadena "tecnológico afectiva". Y esa iniciativa, y la perseverancia para que no se corte, no dudo que se asientan sobre la huella que en su historia personal dejó la Escuela Normal, sus compañeros y sus profesores. Saber que me recuerde me hace muy bien, porque me hace saber que pude despertar interrogantes enseñando; interrogantes que trascendieron el tiempo de la adolescencia y aparecieron con fuerza en el hombre que dejó su casa materna, su pueblo; que estudió, formó una familia y conserva intacto el deseo de reencontrarse con los que de un modo u otro lo ayudaron a ser la persona que es.
Con cariño. Liliana de la Torre."
18 de noviembre de 2009 23:02
...y es que de eso se trata, Liliana, de afectos, de valores, de recuerdos que que forman el inventario de una vida y que, por estar en los principios de cada historia personal, son como la piedra fundamental de lo que supimos construir.
Gracias por leernos. Gracias por entendernos. Gracias, Liliana, por compartir la idea.
Julio.